Hace unas semanas, paseábamos por el centro de Palermo. Hacíamos tiempo para ir al aeropuerto, terminando así nuestro recorrido por diferentes destinos de Sicilia. Caminábamos intuitivamente con la brújula del mar al fondo que siempre ayuda a orientarse en las ciudades con puerto. La curiosidad nos hizo subir una escalera que parecía llevar a un edificio de interés. De repente, un grito feroz me sacude el oído derecho, me giro sobresaltada y descubro el rostro de una muchacha de unos 11 o 12 años que abiertamente se ríe en mi cara. Creo que dije: ¡Qué susto me has dado! Lo primero que interpreté es que alguien se había hecho daño. Me quedé estupefacta mirando como la chica bajaba las escaleras apresurada para escapar con otros dos muchachos en una motocicleta. Se reían. Simplemente era una gracia.
Quedamos perplejos, sobresaltados, realmente el grito fue atroz. Bajamos la escalera y cambiamos de dirección. A mí me temblaban las piernas. Seguimos caminando y hablamos de lo sucedido. Gamberros, chavales, casi de la calle, que merodean a los turistas para asustarles, parece que ese era el objetivo.
Yo me quedé con una sensación inquietante, vi en su rostro otros rostros ajenos de quien puede asustar por el mero deseo de divertirse. Asustar, herir, lastimar como medio de diversión. En la calle, en el colegio, con objetivos diversos, siempre camuflados en el grupo que alienta, jalea y comparte el triunfo maligno. El indefenso suele estar en minoría, sólo, o en compañía de otros incautos asustados.
Pensé en mi nieta mayor, en como insuflarle fuerza, potencia para no ser víctima, tampoco verdugo, claro está, pero desde luego no mantenerse en ninguna situación de intimidación.
El otro día, en una sesión con una cliente que me describía una situación de acoso le pregunté.
-¿A qué crees que se debe que las víctimas guarden silencio en estas situaciones?
- Una vez que estás en el juego… me contestó.
- Simplemente juegas, añadí.
- Así es, contestó. Es decir, que se da por hecho que es algo que sucede y si te toca te ha tocado.
Muchas veces el acoso comienza con apariencia de broma, insisto en llamarlo divertimento maligno y se convierte en la pesadilla de quien lo recibe. Miedo con diversas consecuencias, desmotivación, aislamiento, depresión, somatizaciones que inician enfermedades y que, como un grito ahogado, albergan sufrimiento de los que no se ríen.
Necesitamos medidas urgentes y reales de educación preventiva en todos los sectores de la sociedad. Deportes, publicidad, música, y desde luego en la escuela. Nada es ajeno a la influencia en el comportamiento de los que están en desarrollo. Inspiremos valores actuando con actitudes éticas. Porque detrás del acoso hay déficit ético, además de sentimientos encontrados, frustraciones propias transformadas en agresividad.
No es sostenible para el ser humano aprender a dañar en vez de cooperar. El juego de poder en la humanidad es la historia interminable que nos ha llevado a donde estamos. Urge tomar medidas. Al igual que el cambio climático gana terreno con nuestra falta de ética en el planeta, la violencia se ceba en la semilla que se planta cada día entre individuos inconscientes o desaprensivos. Cada palabra, cada acción cuenta.
Creo a pesar de todo en que la mayoría de las personas tenemos buenas intenciones y queremos aportar más que destruir y dañar, aunque hemos de hacernos notar, construir apoyos que garanticen el cuidado mutuo, la alegría genuina, el disfrute sostenible.
Si estás en alguna situación en la que te sientas intimidado por la actitud de otros no dudes en pedir ayuda. Expresa tu situación, no te mantengas en ella.
Un poco de pedagogía
Sube a la montaña y cuando bajes que se note tu paso por ella porque está un poco más limpia.
Disfruta de ese nuevo parque respetando los turnos, no te abalances sobre los más pequeños, cede el paso, han de aprender a lanzarse por el tobogán seguros y confiados.
Juega y anima a tu equipo respetando a los aficionados y jugadores del otro. No son enemigos, son compañeros.
Participa y ábrete a la participación de otros, no te quitan espacio, enriquecen el que ocupas.
Inspira con tu comportamiento, con tus cualidades.
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