Leo un artículo escrito por Philipp Lahmm, director de torneo de la Eurocopa de fútbol 2024 cuyo título es La copa del mundo no le pertenece a Qatar. Sostiene que no es contradictorio ver el mundial con cuestionar el trasfondo político del mundial y disfrutar de la fiesta.
Claro, menuda juerga tienen allí en su día a día, es un no parar de reírse.
Alude a algunas peñas de aficionados, creo que niños, que al parecer están dispuestos a no verlo. ¡Ojalá mantengan sus principios!
No me interesa especialmente el fútbol, aunque siempre ha rodeado mi vida. Entiendo que se rige por motivaciones económicas más que por principios éticos.
El otro día escuchaba en la radio un interesante análisis de Pablo Simón al respecto, quien ha aportado datos a las reflexiones que llevo haciendo desde hace días. Señalaba el problema que supone estar condicionados a países autocráticos, caracterizados por la ausencia de Derechos Humanos básicos.
Cierto es, que las democracias actuales tienen resquicios por las que se cuelan Derechos Humanos fundamentales cada día, no hay excusa para la hipocresía. Sin embargo, jugar al “todo vale” con ese argumento lo considero parte del problema, una expresión desde el ego, creo que hasta la palabra argumento sobra aquí.
Equipos de La Unión Europea y de otros países democráticos, supuestos militantes a favor de los Derechos Humanos participan en este mundial aterrizando en Qatar con el equipaje lleno de contradicciones y vacío de principios, eso sí, que no falte en la maleta de vuelta la cartera llena, más, todavía más. La codicia es, desde mi punto de vista, una distorsión con daños colaterales inevitables.
La contradicción es intrínseca al ser humano, aunque quiero creer que la lucidez y la búsqueda de coherencia también son compañeras que caminan con nosotros gracias al resultado de nuestra evolución. Utopía o anhelo de confianza, pienso mientras lo escribo.
Ahora bien, si queremos realmente apostar por cambios significativos tanto en lo individual como en lo global, tenemos que tomar decisiones apoyadas más en principios universales que en bolsillos y deseos particulares.
Creo que cada individuo puede optar y decidir como participar en los cambios.
Recuerdo una película de hace algunos años, en la que un grupo de mujeres de una aldea optaban por hacer huelga de sus “obligaciones maritales” para que sus maridos cooperaran en la recogida de agua de la que siempre tenían que ocuparse ellas mientras ellos vagueaban.
Sé que hay tanto aficionadas como aficionados al futbol, y que hablar de obligaciones no es el concepto, al menos aquí, no sé en Qatar.
A veces es difícil conectar con la empatía y romper creencias nucleares que funcionan como verdades absolutas. Aunque si conviene revisarlas y plantearnos que estamos dispuestos a cambiar de nuestros patrones actitudinales y conductuales, evaluando si estos cambios trascienden nuestros deseos y contribuyen a la cooperación con necesidades más realistas y universales.
Hoy Día Mundial de la Infancia, se recuerda que en 1959 la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración de los Derechos del Niño.
Siempre que oigo Día Mundial de… me chirría algo, los gestos están bien, pero los Derechos son para todos los días y para todos los eventos.
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