En estas semanas en casa pivotamos
de nuestras inquietudes a nuestros
recursos. Nos enfrentamos a las horas
del día con mayor o menor motivación, los habitantes internos nos animan o
desaniman en un ir o venir constante. Hacer una rutina o dejarme llevar por el
fluir de las horas. Lo mejor y lo no tan
bueno libran una batalla para abrirse paso en el devenir de la cuarentena. Los días pasan y también vamos generando
costumbres de interior.
En ocasiones podemos sentir como
si estuviéramos fragmentados, una parte de nosotros busca lo que desea y no
tiene, y otra apremia a hacer lo que hay que hacer. En el centro se ubica la
responsabilidad, la cooperación, el cuidado mutuo, que puede aliarse con la
creatividad, estirada al máximo ahora, para sobrellevar la prórroga ya
confirmada.
Nuestro panorama emocional es
complejo, se nutre de pensamientos que configuran estados de mal estar o de
equilibrio. Es de gran ayuda detectar el
modo en que nos cargamos, poner consciencia en lo que nos decimos y observar
como repercute en cómo nos sentimos.
Aprender a hacer un ”vaciado sostenible”, para evitar volcar de golpe,
ya sea en forma de enfado, tristeza o miedo que hacinados se transforman en
estados persistentes. Si acumulamos
nuestras emociones crecen, si las detectamos, expresamos, reconocemos,
aceptando que no estamos al 100%, disminuyen y se transforman en otro estado
más asumible: ”Estoy contrariada, esto no me gusta” es diferente a “Esto no lo
aguanto, voy a explotar” ”Esto se va al traste” es diferente de: ”Estamos en
una situación difícil, pasará y quiero llegar en buenas condiciones”, tenemos
que prepararnos para alcanzar la puerta de salida, cada día algo más cerca.
Nuestras emociones las
racionalizamos en nuestra mente y las sentimos en nuestro cuerpo, la tensión se
acumula en los músculos, en la respiración, en nuestras tendencias somáticas.
En nuestra mano está disminuir el efecto, calmar, observando sin enganchar: ”Esto
que me digo habitualmente me lleva a…” Puedo optar por…”. Aprende a darte cuenta, alguien dijo “Genera
consciencia y lo demás vendrá”. Consciencia de lo que pienso y me digo, de lo
que hace mi cuerpo, de mi respiración, de lo que expreso y comparto.
Es momento de sembrar, preparar
lo que queremos recoger después. Los sentimientos de expansión, derivados de la
emoción de alegría, requieren dedicación. Podemos pensar que han de surgir de manera
espontánea y no siempre es así. La
alegría genuina es sencilla si no tenemos bloqueos limitantes, sin embargo, la
satisfacción, el disfrute incluso el placer requieren unas acciones previas
asociadas a la motivación desde la que anticipamos lo bien que nos sentiremos
cuando hayamos logrado eso que nos planteamos. Es una cualidad humana que
participa de la planificación, acción, espera y resultado. Se aprende y se
entrena, como casi todo. Es un buen
momento para cultivar la mejor versión de cada uno de nosotros.
Mis mejores deseos.
Un día más cerca de la orilla
deseada.
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