Ese martes por la mañana Elsa decidió coger el libro de la estantería. Era un día como otro cualquiera, lo único diferente es que en vez de estar en la escuela estaba en casa con un proceso febril. Tal vez esto la impulsó a coger, por fin, el libro y comenzar a leer. Se trataba de un libro olvidado que sólo servía, al parecer, de adorno, porque no recordaba haber visto a nadie de su familia con él en las manos en actitud lectora. No es que no se leyera en esa casa, pero ese libro permanecía allí apartado.
Reposaba en una estantería oscura, a la que a veces ella misma quitaba el polvo sin mucho afán. Era frecuente que Elsa posara su mirada en el libro y durante un rato indefinido, dialogara interiormente acerca del mismo. Sin embargo, ya fuera por costumbre, temor a ser regañada y la vergüenza de pedir algo que parecía intocable, la habían llevado a una actitud de retraimiento que no había inhibido su interés, por el contrario, se estaba convirtiendo en un anhelo obsesivo. De modo que ese día, sola en casa se atrevió a cumplir su deseo, cogió el libro y lo abrió precipitadamente por una página cualquiera.
¡No digas de ningún sentimiento que es pequeño, ni indigno! Cada uno es bueno, muy bueno, también el odio, la envidia, los celos y la crueldad. No vivimos de otra cosa que, de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos. (p175) Lecturas para minutos (Herman Hesse, 1971)
No entendía nada, la envidia, el odio, la crueldad, los celos son buenos dice el escritor. Como si quemara soltó el libro que cayó lentamente desplegando sus hojas y aterrizando en el suelo desparramado, hacia abajo.
Con reparo lo recogió y le dio la vuelta, probó suerte de nuevo:
El aforismo es algo así como una piedra preciosa, que adquiere más valor por su rareza y sólo causa placer en pequeñas dosis. Hermann Hesse
Sólo aparecía escrita esta frase y este nombre en la página que el azar le mostró.
Se quedó pensando, esta vez empeñada en entender esas palabras que tenían, suponía, un significado importante, aunque ella era incapaz de descifrarlo, le vino a la cabeza la imagen de un bombón de licor de los que si tía traía en sus visitas. Le faltaba conocimiento no ideas. Cogió el diccionario y buscó concentrada la palabra desconcertante.
Frase o sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en alguna ciencia o arte.
"Los aforismos de Hipócrates"
Ejemplo de aforismo: Los sabios buscan la sabiduría; los necios creen haberla encontrado.
Nada se olvida más despacio que una ofensa y nada más rápido que un favor (M.L.K.)
A medida que comprendía su sonrisa se agrandaba. Decidió probar:
Nada es más dulce que un bombón encontrado. (Elsa Rodriguez, 2023)
Sí, me gusta, se dijo.
Continuó por un rato jugando con las palabras, recogiendo ideas al azar para componer aforismos propios. Un nuevo juego improvisado que alimentaba su curiosidad por las palabras, por las infinitas combinaciones que podía realizar transformándolas en historias. Descubrió una fuente inagotable de posibilidades para su ávida curiosidad puesta ahora al servicio de las palabras.
No habría a partir de ahora espacio para la desidia, el aburrimiento era sólo una palabra hueca que no formaba parte de su universo personal. Daba igual el libro que cayera en sus manos, todos poseían la característica que a ella le fascinaba. Esa peculiar combinación de palabras, que, elegidas por alguien, formaban un conjunto de significados que tendría que descubrir. Intenciones ocultas que alentaban su imaginación, agitando, incluso, el latido de su corazón.