jueves, 31 de diciembre de 2020

2021 o el espejo de Alicia

 


Despedimos un año marcado con unas circunstancias por todos conocidas y un nombre repetido hasta la saciedad: PANDEMIA.  En nuestra narrativa cultural tenemos asociadas a estas fechas unas sensaciones concretas, emociones derivadas de vivencias con las que de un modo u otro nos identificamos: El encuentro con la familia, las reuniones con amigos y compañeros, celebraciones que acogidas a estas fechas se instalaron en nuestra historia más allá de la propuesta formal y comercial ubicándose en la dimensión afectiva de lo que significa estar juntos.

Una costumbre social en la que participamos de diversas maneras.  Para unos, como decía, es motivo y oportunidad de encuentro, para otros días sin trabajo para descansar, para viajar, otros tal vez participen desde la obligación social, pero sin el ánimo sobreentendido, porque recordemos que no siempre los encuentros son satisfactorios.

Sea cual sea la situación el caso es que este año toca una circunstancia diferente.  Nos encontramos con deseos frustrados permanentemente, pensamientos que avivan el anhelo de lo esperado en otras ocasiones, ese viaje, esa cena o simplemente ese brindis cercano en el bar de la esquina.  Imágenes superpuestas con la consciencia de la realidad que vivimos: esto no puedo, esto tampoco.  Deseos avocados al fracaso nada más aparecer.

Es probable que estas emociones ambivalentes las percibamos con mayor intensidad en estos días, aunque venimos de un año con un verano también diferente, al que entramos con ansia y llenos de dudas después del confinamiento feroz al que nos vimos, necesariamente, sometidos. Tal vez resulte banal simplificar la frustración asociada a los deseos, sin embargo,  necesitamos la ilusión, la motivación para poner en la agenda algo que nos aliente, especialmente, cuando la adversidad ha puesto trabas. Creo que está bien hacer planes, con margen realista, y con la certeza, como no, de que esto también pasará.

Mientras, como solemos sugerir hay que ajustar la actitud a lo que hay con la mejor versión posible de nosotros mismos.  Está bien notar lo que nos pasa aunque no nos guste y creo que en gran medida esto es lo que nos ha pasado este año, que nos hemos notado.  Se ha puesto en evidencia la necesidad que tenemos de contacto, de contacto real, porque, aunque las redes sociales, a través de nuestros teléfonos y ordenadores, han resultado un vehículo necesario en estos meses, su exceso no ha compensado en lo esencial la necesidad de contacto y de conexión social.  El hecho es que ha sido frecuente la angustia por aislamiento a pesar de estar en permanente contacto virtual.

Sin intención de boicotear las expectativas de lo nuevo, creo necesario que pongamos los pies en el suelo y celebremos la llegada de 2021 sin prisa y sin pausa.  No vayamos a creer que pasamos al otro lado del espejo de Alicia y allí está el país de las maravillas.  Recordemos, aludiendo a la bella metáfora de Lewis Carroll, que la maravilla a la que nos transporta es la aventura de conocerse en lo inesperado, en lo desconocido, de creer más que en lo imposible en nosotros mismos, este creo, es el gran desafío.

Con mis mejores deseos en nombre del equipo que represento os deseo un gran año.

¡FELIZ 2021!

 

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