Os invito a leer o releer a Erich
Fromm, referente necesario en mi formación cuyas ideas acerca del amor y la
angustia ante la “separatividad”*, constato cada día en mi trabajo como
psicoterapeuta. La separación y el aislamiento
activan la percepción de desamparo vital. Se alían además con sentimientos de
culpa y vergüenza que incorpora nuestra cultura agravando la connotación
negativa, separarse es como no ser querible desde esta perspectiva. Si no soy
querible ¿Qué soy?
Elegir una frase concreta para
resaltarla aquí es difícil, creo que la obra de Fromm es excelente y su libro “El arte de amar” lo pondría como
lectura recomendable para los adolescentes que, con el apoyo de docentes,
podrían cultivar la semilla de la interacción afectiva de las relaciones
personales y de pareja que comienzan a tantearse en esta etapa de la vida.
Elijo algunas: “El amor incondicional corresponde a uno de
los anhelos más profundos, no sólo del niño, sino de todo ser humano; por otra
parte, que nos amen por los propios méritos, porque uno se lo merece, siempre
crea dudas; quizá no complací a la persona que quiero que me ame, quizás eso,
quizás aquello -siempre existe el temor de que el amor desaparezca-”.
Las primeras percepciones vienen
inoculadas por la relación primera vivida en la pareja de sus figuras parentales, de las
personas que les cuidaron y del modo en que entre ellos se trataron. Después existen otras influencias culturales,
positivas en algunos casos, que aportan nuevas perspectivas. Actualmente no podemos obviar la
contaminación de las relaciones creadas a base de de eslóganes comerciales, de
historias falsas colgadas al instante en las redes sociales, que alimentan una
necesidad basada en modelos sociales de amor y éxito creídos como deseables.
Carecemos de formación y
reflexión profunda acerca del amor, damos por hecho que es algo que llega, que
sentiremos o no, que perderemos o recuperamos ajeno a nuestras posibilidades de
preparación para ello, como en las comedias románticas banales. Sin embargo, existe una perspectiva del amor,
el arte de amar, que se aprende, que se
cultiva, crece y cristaliza en la unión de dos que siguen conservando su individualidad
para alejarse juntos de la separatividad, superando la dependencia simbiótica
acoplada en la angustia de separación o bien desde el narcisismo, que explota
al otro por miedo a ver su propia vulnerabilidad.
Es necesario conocernos para
conocer realmente al otro. Es preciso que nos formemos afectivamente para
aprender a amar. Detectar carencias previas que motivan repeticiones
fraudulentas.
Dice Fromm: Si una mujer nos
dijera que ama las flores, y viéramos que se olvida de regarlas, no creeríamos
en su “amor” a las flores. El amor es la
preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos”. Señala
Fromm. “Cuando falta tal preocupación activa no hay amor”.
Aunque el amor trasciende las
relaciones de pareja, en esta ocasión me refiero al amor en el núcleo de las
mismas. Amar y ser amado es un anhelo
universal con muchas expresiones particulares. Sin pretender en este pequeño
espacio hacer un ensayo del tema, si aliento cada vez con mayor convicción a la
necesidad de comenzar con ritmo lento, porque constato cada día los errores de
la impulsividad.
Termino con una metáfora: Las relaciones
de pareja podemos definirlas como un baile, es necesario tener un ritmo común,
que los pasos se entrelacen sin exceso de pisotones, si uno baila el tango y
otro va por libre, será difícil ajustar
el paso. No es mejor un baile que otro,
aunque el tango puede convertirse en constrictor del otro, y ahogar la
expresión del sumiso que ha de acoplarse para seguir el paso del dominante. En
principio puede resultar agradable que te lleven, con el tiempo crees que sólo
puedes bailar de ese modo. El baile
libre es una opción, asegura la expresión individual. Sin embargo, si el danzarín quiere compartir el ritmo con
el otro, ambos habrán de encontrar el modo de ajustar sus pasos, el ritmo, para
desarrollar una coreografía común. El resultado exitoso dependerá de sus
propias historias, de los que han sido capaces de aprender, en este caso, del tipo de bailarín o
bailarina que quieren llegar a ser.
“La afirmación de la vida, felicidad, crecimiento y libertad
propios, está arraigada en la propia capacidad de amar, esto es, en el cuidado,
el respeto, la responsabilidad y el conocimiento” Erich Fromm.
*0 estado de separación.
FROMM, E. (1980) El arte de amar. Barcelona: PAIDOS
STUDIO
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