jueves, 14 de junio de 2018
jueves, 7 de junio de 2018
Los pilares básicos de la afectividad humana: Amor y miedo
El amor, en sentido amplio, constituye desde mi
punto de vista la esencia de la afectividad humana y me atrevo a decir que
constituye además la base de la motivación genuina.
Entiendo por amor la experiencia emocional y de
intercambio afectivo incondicional, en el sentido de aceptación hacia uno mismo
y hacia el otro y de la ausencia de miedo excesivo para experimentarlo.
Con amor,
comparto mi ternura con mi hijo cuando está en mi pecho, mi abrazo largo y
sentido a la amiga, la mano a mi compañero/a para caminar juntos y el beso
cálido compartiendo los olores y sabores del placer.
Si me siento “querible" y/o querida es más fácil la alegría y a su lado la ilusión
que componen la motivación para hacer, ya sea aprender, planear o simplemente
disfrutar este momento.
También el apoyo en la tristeza y en la dificultad
que las sostiene y alivia.
El amor construye los pilares básicos para crecer y
vincularse. Se encuentra al lado del sentimiento de pertenencia contigo, con
esta familia, en este grupo humano. Son los pies afectivos que permiten
aprender a caminar cada vez más erguido/a y segura. Después viene lo demás.
El amor contiene voces, gestos y contacto directo,
físico y emocional. Se acompaña de la costumbre de saber sensitivamente que es
algo que no va a esfumarse sin más. Por ello, es un traje diseñado a medida que
se ajusta como un guante a las necesidades más íntimas, porque primero está en
mi y a continuación hacia ti.
Sin hacer arqueología, lo dejamos para estudios más
extensos, sabemos que nuestra historia afectiva nos influye y puede condicionar
nuestras experiencias vitales. Sigamos
con el amor; ¿Que pasa cuando hay temor, inseguridad, dudas en las experiencias
asociadas con el sentimiento de amor?
Quiero responder en la misma línea que he comenzado:
La alegría se disipa, la ilusión se desvanece y la motivación se afloja, puede
incluso desaparecer. Si no soy para ti no soy para mi, así crecemos desde la
intrínseca dependencia con la que llegamos a este mundo.
Y puedo pasar la vida creyendo esto, ¡muy dura
existencia entonces! El sentimiento asociado es el miedo: percibido me arrugo, ignorado se disfraza.
Como opción, existe la posibilidad de una transformación
egocéntrica asociada a la codicia, que es un gran sucedaneo del bienestar
emocional. Perfuma a instancias del
poder momentos intensos, con “chutes” emocionales sazonados con cualquier droga. Una potente máscara con la
que comerse el mundo.
Lejos de un alegato romántico ingenuo, creo en la
función esencialmente constructiva del amor.
El amor genuino solo puede construir y acompañar, compartir, y siempre
tiene valor positivo.
En sentido contrario, la ausencia del sentimiento de
amor genuino, aunque no lleve necesariamente a la codicia, los que a ella
llegan han caminado por el afilado filo de la falta de amor. No se quieren bien y desde
luego no saben amar. Y así tratan de evitar cortarse, sufrir, llenándose los
bolsillos de ego. La alegría tampoco es genuina, es falsa, efímera y camuflada
en rincones inacesibles a la consciencia y a la ética, sentimiento elevado del
que carece el codicioso.
La carencia de amor genuino destruye relaciones con
aliados como la distancia, los celos, el rencor, el despecho. Hace que los días
pasen sin ternura, sin abrazos ni besos, el contacto se seca y la piel araña.
El miedo tiene multiples rostros que embrutecen lo
más auténtico que podemos compartir, el tiempo conmigo, contigo, juntos o en
solitario si es lo que elijo.
El amor se acompaña de amabilidad, de lealtad y libertad
para ser tal cual soy, sin moldes estrechos para ajustarse a expectativas
ajenas.
Aprender a amar es posible cuando se conoce el lado
oculto de nuestros sentimientos, desvelando su mensaje y curando las heridas, y
sobre todo aprendiendo a mirar no solo ver, a escuchar en vez de oir, acariciar, no únicamente tocar.
Como casi todo, puede descubrirse y conocerse,
aunque no haya venido de serie, y ampliarse, convertirse en estilo de vida desde
la intención de las acciones en mi área de influencia.
Desde esta perspectiva los sentimientos asociados al
amor contiene todos los genuinos en cada situación e intensidad:
alegría, disfrute, tristeza, miedo, enfado.
En la cara b,
los sentimientos derivados de la ausencia de amor y la presencia del miedo:
envidia, celos, codicia, rencor, odio, etc.
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